El diputado nacional, titular del gremio de Canillita, y habitual vocero de la conducción de la CGT, Omar Plaini, le puso condimentos ayer al inicio de una semana en la que se pondrá en juego la relación de la Casa Rosada con la central de trabajadores. Plaini advirtió que “los que se vienen no son momentos simples”, destacó que Hugo Moyano no quiere “que le manden mensajes” y analizó que “con el gobierno tenemos una agenda, en la que tenemos algunas diferencias, que las hemos planteado desde hace tiempo”.
Hoy, el gremio de Camioneros retomará un plan de lucha por 200 despidos que, denunciaron, realizó una empresa contratista de la compañía Camuzzi Gas del Sur. En suma, no acatará la conciliación obligatoria que dictó el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. Los conductores de la rama Correos harán huelga y, tal vez, otros sectores se plieguen al paro .
La semana pasada fracasaron las negociaciones entre el Ministerio de Trabajo y Camioneros. Y Tomada acusó de desplegar “aprietes” a los sindicalistas. “Esto es un apriete: trasladar un conflicto acá, a la Ciudad Buenos Aires, no tiene sentido cuando nosotros venimos planteando sistemáticamente el diálogo”, se quejó Tomada.
“No nos van a asustar. Hemos luchado contra la dictadura, contra la dictadura financiera y contra todos los gobiernos que quisieron quitarle derecho a los trabajadores, y lo vamos a seguir haciendo”, indicó, ayer, en el momento más frontal de su retórica, Plaini. Rechazó la existencia de “aprietes” (dijo que están para “negociar y para defender los derechos de los trabajadores en un mundo tremendamente injusto”). “La CGT no está atentando contra nadie, está discutiendo una agenda porque hay temas inconclusos. Hay que ser muy cuidadosos con las declaraciones que se hacen. Consolidar la democracia significa cada día dar un paso más hacia la justicia social”, alertó.
El viernes último, Hugo Moyano volvió al ruedo. Habló durante un acto sindical, en Santa Fe, pero su discurso cobró notoriedad a toda velocidad. Y fue al punto. Habló sobre las próximas paritarias, esas para las que el gobierno nacional imagina un techo de entre el 18 y el 20%; las mismas en las que Moyano pretende aplicar como piso el índice de precios del supermercado (cercano al 25%). “Los trabajadores tenemos la suficiente experiencia para saber el porcentaje que tenemos que reclamar y estoy seguro que los salarios se van a regir por el Indec del supermercado”, apuntó. Y bravuconeó: “A mí no me interesa lo que digan los funcionarios. Son los che pibes, a los que les dicen: Tenés que hacer tal cosa, y salen a decir cualquier cosa. Son peor que muñecos ventrílocuos, chirolitas. ¿Qué les vamos a pegar?”
Las palabras del camionero corrieron al mismo tiempo que las versiones acerca de que la CGT se prepara para organizar en marzo una movilización con el sector de la CTA (Central de Trabajadores de la Argentina) más enfrentado con el gobierno nacional, el que conduce Pablo Micheli. Según el ex titular de Asociación de Trabajadores del Estado la marcha sería para repudiar “el ajuste que propone el gobierno”. En suma, más fricciones.
Otro usual vocero de Moyano, el titular del gremio de los empleados judiciales, Julio Piumato, desplegó ayer en las redes sociales una suerte de menú de políticas esperables por la jefatura de la CGT en el próximo mes de febrero. Piumato habló de “renacionalizar YPF”, “eliminar topes a las asignaciones familiares”, “garantizar que ningún trabajador gane menos que el salario mínimo”, “diseñar planes de viviendas accesibles para trabajadores”. Y también metió el dedo en la coyuntura: “Y evitar que inescrupulosos despidan trabajadores”, escribió.
El debate recién empieza. Y ya amenaza con convertirse en disputa. Carlos Tomada, en una columna escrita el domingo en Tiempo Argentino, pareció hacer un llamado a los empresarios para combatir el 34% del empleo no registrado para “sostener la inclusión”. Sus palabras, sin embargo, podrían tener otros posibles destinatarios.
“Esto que usted está leyendo ahora no es una columna de opinión. Es una apelación. Así de claro. Y de contundente. Nuestro país ya no es lo que era. No es más aquel de la flexibilización laboral por la vía de las ‘leyes Banelco’. No es más el del empleo casi inexistente y de la desocupación que orillaba el 25%. Tampoco es el de los 50 puntos de trabajo no registrado como se veía a comienzos del 2003. Sí, Argentina cambió.”
En sus declaraciones de ayer, Plaini también defendió el papel político que jugó Hugo Moyano durante las últimas décadas. “Lo que nadie le puede reprochar a Moyano es la coherencia de dos décadas. Habrá que ver de qué lado estuvo cada uno”, azuzó el canillita. El desafío, se presume, no iba sólo para la primera línea de los funcionarios nacionales, sino también para los jefes sindicales que pretenden en los próximos meses quedarse con la Secretaría General de la CGT. <
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