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Gaby "la voz sensual del tango" |
Este concierto dedicado al genial pianista y compositor Juan Carlos Cobián tendrá como eje las tres ciudades que marcaron su vida: Pigüé, donde nació; Bahía Blanca, donde se inició profesionalmente y Buenos Aires, donde logró la consagración definitiva. Con la producción artística de José Valle –quien durante el 2012 realizó una serie de homenajes en Bahía Blanca y Pigüé–, Nostalgias recorre su obra con las voces de Gaby, la voz sensual del tango y de Esteban Riera. El pianista Norberto Vogel es el responsable de los arreglos y del acompañamiento.SABADO 25 DE AGOSTO 16HS EN USINA DEL ARTE Av. Don Pedro de Mendoza 501 y Agustín R. Caffarena
Juan Carlos Cobián :nació en Pigüé, partido de Saavedra, a los pocos meses de haberse radicado allí sus padres, es decir, su mamá, Silvana Coria, ya estaba embarazada.
Su padre, Manuel, lo inscribió en el Registro Civil el 9 de junio siguiente, según el acta Nº 79, del Libro de Nacimiento correspondiente al año 1896.
Ante las diversas fechas anotadas por no pocos histmundoriadores y comentaristas del tango y ante la proximidad de la fecha correcta, en la que personas e instituciones de la zona se preparan para la recordación y los homenajes, es imprescindible destacar tales referencias, que no dejan lugar a dudas, acerca de las que tengo en mi poder las pruebas documentales (copia del acta ya citada) y los testimonios originados en antiguos comentarios del mismo Cobián.
El Chopin del tango y la romanza
Cobián fue apodado “El Chopin del Tango”. El apodo se legitima porque si Chopin fue una de las grandes figuras del romanticismo musical clásico, Cobián lo fue en el tango; además su formación fue vigorosamente influenciada por la música europea; la romanza clásica está presente en su obra, casi en plenitud (Chopin la cultivó) y su maestro fue Numa Rossotti, que había estudiado con Alberto Williams y también alumno en París de Vincent D’Indy, como lo recuerda José Gobello. Asimismo, amigo de Debussy.
Tan fuerte esa influencia que muchos tangueros aseguraban que lo que hacía Cobián no era tango. Francisco Canaro nunca quiso tocar un tango de Cobián.
El gaucho Cruz Montiel
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Cobián |
Este fue otro de los motes chantados por los amigos de Juan Carlos Cobián. Tiene relación con su lugar de nacimiento y con una canción difundida y famosa, de Carlos Gardel, El pingo pangaré, con música de Gardel y Razzano y letra de Arístides de María. Muy frecuentemente, cuando llegaba Juan Carlos a un lugar y había varios amigos, algunos silbaba o tarareaba la melodía de ese estilo campero, cuyos versos iniciales dicen:
“En un pingo pangaré con un freno coscojero,
buena raza, buen apero
y en dirección p’ al Pigüé
va el paisano Cruz Montiel...”
Era una alusión a Cobián y al lugar de su nacimiento. Pero además, otra característica: igual que al personaje de la letra, le gustaba llevar camisa bien planchada y un clavel en ocasiones. En la letra:
“Oriyando la cañada,
con camisa bien planchada,
puñal de plata en el cinto,
un clavel rojo retinto
y botas fuertes lustradas”.
La casita de mis viejos
Hay, entre tantas casas perdidas en el tiempo, una que en Bahía Blanca adquiere una dimensión singular. Estaba ubicada en calle Moreno al 300, a pocos metros de la esquina con calle Castelli, y en ella vivía, desde fines del siglo XIX, la familia de los Cobián. En ella vivió, llegado junto con su familia desde Pigüé cuando tenía 3 años de edad, quien sería uno de los grandes compositores y ejecutantes más destacados del tango: Juan Carlos Cobián. Luego de completar la escuela primaria y estudiar música en el Conservatorio Williams, Cobián se marchó a la Capital Federal, para probar suerte con su pasión musical. Era apenas un adolescente, pero su nombre se grabaría para siempre entre los grandes creadores del tango. Luego de mucho trajinar, Cobián encontró un ladero de lujo en Enrique Cadícamo, con quien compuso, entre otros temas, los tangos Los Maredos, Nostalgias y La Casita de Mis Viejos. Precisamente este último tema da cuenta a esta historia. Porque la letra de La Casita... fue escrita por Cadícamo en referencia a la particular historia de Cobián, quien tras alejarse de Bahía Blanca en 1913 no regresó sino luego de 22 años , para visitar a sus padres, en 1935. La historia recién se hizo pública en 1976, cuando en una nota en TV el propio Cadícamo señaló que la letra del tango estaba inspirada en ese hecho. Ese mismo año, un periodista de La Nueva Provincia se acercó al lugar para conocer la de pronto "singular" casona y solo encontró... escombros: había sido demolida unas semanas antes para dar lugar a la construcción de un edificio en altura. Para la historia, la modesta referencia histórica que al menos da cuenta al ocasional transeúnte de tan trascendente circunstancia.
"Vuelvo vencido a la casita de mis viejos,
cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria,
mis veinte abriles me llevaron lejos...
locuras juveniles, la falta de consejo.
Hay en la casa un hondo y cruel silencio huraño,
y al golpear, como un extraño, me recibe el viejo criado...
Habré cambiado totalmente, que el anciano por la voz
tan sólo me reconoció.
Pobre viejita la encontré
enfermita; yo le hablé
y me miró con unos ojos... Con esos ojos
nublados por el llanto
como diciéndome por qué tardaste tanto...
Ya nunca más he de partir
y a tu lado he de sentir el calor de un gran cariño...
Sólo una madre nos perdona en esta vida,
es la única verdad,
es mentira lo demás"
(De La Casita de mis Viejos, fragmento, 1932, Cobián y Cadícamo)
Fue estrenada en el año 1931 por Itala Ferreira, un cancionista brasileña de la compañía revisteril “Tro-lo-lo”, de Jardel Jercollis, en el desaparecido teatro Buenos Aires, de la calle Cangallo.
Personalidad
Juan Carlos Cobián -pianista, compositor y director-, que recibió el vigoroso influjo de la música clásica a través de su Maestro Numa Rossoti, trasladó su formación musical a la estructura del tango, generando un cambio revolucionario, al incorporar los frutos de un innegable academicismo y del buen gusto musical para crear un tango arromanzado con reflejos de la romanza francesa y del sur de Italia, no desvinculada de la música clásica.
Fue, como lo escribió Horacio Ferrer, una “personalidad capital en la evolución creadora del tango”(1).
Enriqueció su esencia pero le cambió la fecha y el ambiente. Salvo excepciones, de cualquiera de los tangos de Cobián, podríamos hacer la definición de la letra de Mario Castro (tango con música de Julio De Caro), El malevo, improntada en los primeros versos:
“Sos un malevo sin lenguaje,
sin pinta ni compadrada,
sin melena recortada,
sin milonga y sin canyengue”.
¿El desconocido Juan Carlos Cobián?
Enrique Cadícamo escribió su biografia, titulada “El desconocido Juan Carlos Cobián” y, a decir verdad, es mucha la gente que se pregunta: “¿Desconocido?”. Más todavía si se trata de bahienses. Seguramente en la vida de todo ser humano hay gran cantidad de hechos y circunstancias ocultos. También en Cobián y a ellos ha querido referirse don Enrique.
Pero aquí, en Bahía Blanca, Cobián ha sido siempre reconocido, querido y memorado, en todo tiempo, no solamente en los aniversarios. Como se sabe, nació en Pigüé y allí vivió sus primeros meses o años. El 10 de diciembre de 1995, Juan Carlos Sirimarco, inauguró, con motivo del aniversario de la muerte de Cobián, el Museo Privado de Tango “Juan Carlos Cobián”, en la localidad de Pigüé, lugar de nacimiento, partido de Saavedra, en la provincia de Buenos Aires. Luego de innumerables comentarios periodísticos y difusión de sus temas, tienen hoy el homenaje de la Peña que lleva su nombre, presidida por el Maestro Hugo Marozzi.
La verdadera fecha de nacimiento
Cobián fallece a los 57 años de edad, el 10 de diciembre de 1953. Había nacido el 31 de mayo de 1896. La mayoría de quienes se ocuparon de mencionar esta fecha de nacimiento no lo hicieron correctamente, seguramente por motivaciones excusables.
Horacio Ferrer dio el 31 de marzo de 1896.
Tomás de Lara e Inés Roncetti de Panti, en El tema del tango de la literatura argentina, en las dos ediciones, dan por nacido a Cobián en 1895 y esta fecha fue repartida por la prensa escrita, según las fuentes hemerográficas a nuestro alcance, cuando ya Juan Bautista Devoto, había remitido texto del acta de nacimiento y publicado en forma mecanografiada por dicha corporación.
Igualmente, en el álbum Los hombres que hicieron historia.
Recientemente obtuve fotocopia del acta respectiva de la que surge la fecha correcta (31 de mayo de 1896); según el acta nació a las cuatro de la mañana. Su padre, Manuel, era español y tenia 35 años de edad cuando fue a inscribir a Juan Carlos, en el Registro Civil, el 9 de junio siguiente. Su madre, Silvana Coria, era argentina y al nacimiento de Juan Carlos tenía 27 años de edad, según el acta.
Dado que se han mencionado varias fechas de nacimiento, no es superfluo señalar que lo más probable es lo que dice el acta. Se afirma que en aquel entonces el padre demoraba la inscripción del nacimiento, la que se hacía en casos mucho tiempo después, pero en dicho instrumento aparece su padre compareciendo a los pocos días, siguientes al nacimiento de Cobián.
Cuando el matrimonio llegó a Pigüé la mamá estaba embarazada. En ese año, 1896, había rumores de un conflicto armado con Chile y 4.800 jóvenes son convocados a prestar servicio militar en Curumalal. Era la primera conscripción argentina. Su padre, que era comerciante, intuye que en Saavedra y en la zona se abriría un importante mercado de consumo y va a radicarse a Pigüé, con un almacén de ramos generales. Su esposa, como expresé líneas arriba, ya estaba embarazada y Juan Carlos nace allí. Según Hugo Orlando Pippo, tres años después vuelve con su familia, Manuel, a Bahía Blanca, al disiparse los vientos de guerra.
El pibe de la calle Moreno
En otras fuentes, distintas a la información proporcionada por Hugo Orlando Pippo, quien realizó muy buena investigación periodística sobre ese y muchos temas de tango, se señala que Juan Carlos vino a Bahía Blanca, cuando tenía cinco años de edad y no tres.
Lo cierto es que vivió su niñez y adolescencia en dicha ciudad, en la calle Moreno nº 310, que inspiró el tema La casita de mis viejos.
A los 7 años de edad inició sus estudios en el Conservatorio Williams -filial Bahía Blanca-, egresando en 1911. Poco después se radica en Buenos Aires (7), al no soportar continuar habitando el hogar, por la muerte de su madre; cuando deja la casa paterna, en 1913, tenía 17 años de edad.
El maestro de Cobián
Numa Rossotti, maestro de Cobián en el Conservatorio Williams de Bahía Blanca, nació en la ciudad de La Plata, el 2 de junio de 1889 y murió en la misma ciudad el 9 de junio de 1955.
Numa Rossotti había estudiado con el maestro Williams, afirma José Gobello. Y señala, que tenía apenas 18 años de edad cuando el Maestro lo envió a dirigir al Conservatorio, abierto en Bahía Blanca, en el año 1907.
Allí Cobián aprendió teoría, solfeo, composición, armonía, quizá contrapunto y piano. En 1911, Rossotti viajó a París, donde fue alumno de Vicente D’Indy, Louis de Serres y Guy de Lioncourt, en la Schola Cantorum. En París se contó, junto a Guatero, Piaggio, Merediz, López Buchardo, Curatella Manes y otros, entre los fundadores de la Asociación de Artistas Argentinos.
Vicente D’Indy había sido alumno de César Frank. Menciona también el Presidente de la Academia Porteña del Lunfardo, don José Gobello, citando a Enrique Cadícamo, que Cobián dedicó su tango A pan y agua a Rossotti enseño a Cobián técnicas de avanzada, tanto que sus músicos se quejaban por incomprensión de los textos o de ciertas partes de piano escritas audazmente.
Pero además recibió de Rossotti cierto delicado buen gusto.
A Buenos Aires, la reina...
Cuando Juan Carlos parte, desde Bahía Blanca y hacia Buenos Aires, lo hace en tren con otros dos Carlos: Di Sarli y Escobar (este último también pianista, autor del tango Hasta el cardo tiene flor.
Cobián comenzó como pianista de acompañamiento en el cine Las Familias, de la calle Santa Fe, en plena adolescencia. En 1913, hizo sus primeras armas en el tango, integrando, en el lugar de Roberto Firpo, el quinteto de Genaro Spósito, cuando “El Tano” -apodo de Spósito- actuaba en los cafetines de Leandro
Alem. Dio a conocer por entonces sus primeros tangos: El botija, El orejano y El motivo... que fue
estrenado en el Cabarete Monmartre por Arolas, a cuya orquesta pasó a tocar junto con Spósito en 1917. Integró fugazmente un terceto con Julio Doutry y Ricardo González, para alternar inmediatamente en calificados conjuntos que compartió junto a Fresedo, Francia, Roccatagliata, Thompson, Julio De Caro y otros.
Es interesante relatar cómo se produjo el reemplazo de Roberto Firpo por Juan Carlos Cobián.
Sucedió esto en 1913 -como lo puntualicé más arriba-, cuando Juan Carlos tenía 17 años de edad. La empresa Armenonville -que era la misma del Royal y del Pigall, como lo refirió Gobello- decidió contratar al quinteto del bandoneonista Genaro Spósito -el Tano Genaro-, que tocaba en el Bar Iglesias, de la calle Corrientes, frente al que ahora es el Teatro Municipal General San Martín, pero finalmente no contrató al quinteto sino a su pianista, Roberto Firpo, que tenía 29 años de edad. Cobián, tenía 17 años y estaba trabajando en el citado cine Las Familias, de la calle Santa Fe.
En el año 1917 se produjo una recreación histórica, muy importante en el tango. Se inaugura el tango-canción, es decir el tango para ser cantado y además tiene lugar la afirmación del tangoromanza. Enrique Delfino, desde Montevideo, con Sans Souci y Juan Carlos Cobián, con Salomé, desde el palco orquestal del Cabaret “Armenonville”, de Avenida Alvear y Tagle, frente a la vieja cancha de River Plate, en circunstancias en que los bacanes nocheros, como lo señala Luis Adolfo Sierra “preferían escuchar sus tangos predilectos desde las mesas lujosas humedecidas con legítima champagne francés, a incursionar en la pista con atractivos francesitas contratadas para bailar tangos”. Además de Salomé, que no registra versiones discográficas de la época, compuso Cobián por entonces otros tangos de estilo romanza. Uno de ellos no tuvo título largo tiempo. A comienzo de los años veinte fue incluido en el libreto del sainete Los dopados, de Doblas y Weisbach, que le acoplaron una letra intrascendente, soportando el molesto apelativo del mencionado episodio teatral y postergando así su consagración hasta comienzo de los años cuarenta, en que Enrique Cadícamo le compuso los inspirados versos definitivos, ahora Los mareados, que Pichuco y Fiorentino inmortalizaron desde el ‘Tibidabo’ de la calle Corrientes”.
De acuerdo con Ferrer: “A diferencia de otros compositores importantes de ésta (se refiere a la generación del 1910, como Arolas, Martínez, Bardi, Canaro), que recrearon con toda originalidad el espíritu de los viejos tangos con sabor a frontera urbana y reminiscencias de milonga, de vidalita y estilo (con los cuales coincidió nada más que en dos páginas: El motivo y La catanga), plasmó su obra bajo la influencia más directa de la música europea. En lo formal, la gravitación de la romanza francesa; en lo temperamental, su infalible instinto de la belleza musical; en lo espiritual, la riqueza de su inventiva, fueron características de su estilo...”
Dos vertientes tipológicas
Reitero un concepto: una vertiente es el tango cantable y la otra el tango romanza. El estilo o línea de Cobián es decididamente lírico o arromanzada, la más notoria de la historia del tango y su producción tienen mucho que ver con las creaciones que posteriormente formalizó con el poeta Enrique Cadícamo.
“...contribuyó a gestar toda una tendencia en la cual se rindió culto a un melodismo de primer orden y en la que inscribieron luego sus tangos Francisco Julio de Caro, Lucio Demare, Eduardo Pereira, Pedro Laurenz, Enrique Villegas, Aníbal Troilo, Antonio Rodio, Alfredo Malerba”.
Cobián había empleado un lenguaje musical más elevado que el que se conocía entonces. “...un lenguaje en el que nada quedaba del canyengue y en el que se asomaban rachas melódicas transoceánicas”. Algunos negaban -reitero- la condición de tangos a las obras de Cobián. Canaro se negó invariablemente a ejecutar tangos de Cobián.
Cobián fue el primer vanguardista del tango. En 1930 obtuvo éxitos resonantes. Su ocaso comenzó en los bailes de carnaval de 1937, realizados en el Politeama. Tenía 41 años de edad.
¿Qué es el canyengue que Cobián no quiso? Se identifica por figuras rítmicas dentro de la interpretación orquestal del tango. Se hace sobre pocos compases. Un instrumento (o varios) toca el tema y otro (u otros) marca a contratiempo. La percusión se hace con los mismos instrumentos (golpes con la palma de la mano en la caja del contrabajo o con el arco cordal del mismo; con el arco o con los dedos en la caja del violín; con el taco del arco imitando a la “lija” o con los dedos en las cajas armónicas o en los teclados del bandoneón. El creador del canyengue fue Ruperto Leopoldo Thompson, en la orquesta de Francisco Canaro, de 1916.
Thompson fue guitarrista y contrabajista (uno de los mejores contrabajistas de todos los tiempos, según Ferrer). Hombre de color. Actuó con Arolas, Canaro (Francisco), Fresedo y Cobián.
Tenía notable sentido rítmico, contribuyó a incorporar el contrabajo en la orquesta y fue el creador de recursos rítmicos y de efectos que hicieron escuela. Empleó la caja del bajo para la percusión y el canyengue (combinación de golpes a contratiempo en la caja y el encordado, falleció en 1925.
Relata Julio De Caro que el negro Thompson concebía agregados al segundo, que ubicaba sobre su parte repartida ya en el atril. Todo cabía en la riqueza de su creación: saltellatos en el arco, pizzicatos, glizzattos, candombes y demás fiorituras, ya fuese pasar su mano por la tapa trasera o viceversa; “en efectos muy especiales, metaformoseando el instrumento tal cual un tamboril, al golpearlo emitiendo éste diversas tonalidades opacas”.
Tenía sorpresivas ocurrencias. Una vez, tocando Sobre el pucho se colocó un pequeño sombrerito y un pucho en la boca y cantó la letra girando en derredor de su instrumento. En el tango El monito fue ovasionado al reproducir los gestos del monito: morisquetas, saltos, rascadas y gritos.
Precisiones de Luis Adolfo Sierra
Glosaré, seguidamente, algunas precisiones de Luis Adolfo Sierra, pero además me remito a la citada fuente.
El tango nace exclusivamente como danza popular y procedente de muy dispares fuentes de origen.
Existe un proceso de evolución musical del tango. Correspondió a Cobián “la feliz e invalorable contribución de crear formas instrumentales del tango en relación artística con los métodos ya adquiridos por la composición del género”.
Antes, las formas interpretativas eran uniformes, por las limitadas posibilidades de los primitivos cultores, pero las creaciones tenían grandes valores y dimensiones. Predominaba el carácter intuitivo de aquellos “pioneros ejecutantes, músicos ‘orejeros’, casi sin excepciones que carecían de la más elemental formación académica...”.
¿Qué crea Cobián?
1) La décima arpegiada en la mano izquierda del piano.
2) Rellena con dibujos agradables en los bajos el vacío de los claros melódicos.
3) Por consiguiente, crea el acompañamiento armonizado del piano en las orquestas del tango.
4) En el aspecto de la composición define una tendencia original y novedosa conocida por “tango romanza”, influencia de la romanza francesa y según opinión del mismo Cobián, del aire del romántico mandolín de la canzoneta napolitana.
El tango generó así dos vertientes: el tango canción (para ser cantado) y el tango romanza (tango de salón para ser escuchado).
5) Propone un cambio para el aprovechamiento sonoro de los instrumentos, en la orquesta: un sexteto de dos bandoneones, dos violines, piano y contrabajo, “que es la combinación tímbrica más expresiva y representativa de cuantas se hayan experimentado en más de sesenta años de evolución instrumental. La iniciativa de la distribución de los instrumentos por sectores de la inventiva creadora de Juan Carlos Cobián. Los ya tradicionales solos del piano de ocho compases escuchados con renovada expectativa, los contracantos de los violines, las intervenciones en primer plano de los bandoneones, y hasta el tratamiento del contrabajo aportando solidez de una base rítmica adecuadamente ubicada”.
Todo ello pertenece a Juan Carlos Cobián.
Boletos de ida y vuelta
Un día Cobián comenzó sus viajes prolongados. Primero, fue a Córdoba, donde toca en el Bar Victoria con Arturo Bernstein, Tito Rocatagliata y Ciriaco Ortiz.
En 1922, comienza con Osvaldo Fresedo las grabaciones importantes; a su orquesta pertenecen Maffia y Julio De Caro. Después se va a Nueva York, alternando el tango con el jazz y regresa en 1928, formando un grupo con el violín de Vardaro y la voz de Fiorentino, grabando nuevamente en Víctor después de haberlo hecho en Nacional Electra (ya había grabado en Víctor con Fresedo y también en su propia orquesta). En el Teatro Avenida conduce una agrupación de jazz.
Excursionó en Europa y en Brasil.
Fue pianista del Cuarteto Vocal Buenos Aires y del Trío Nº 1, con Ciriaco Ortiz y Cayetano Puglisi, ante los micrófonos de Radio El Mundo.
Los viajes de Cobián y, a veces, la prolongada estadía en determinado sitio, como los viajes de Gardel, a lo mejor no favorecieron encuentros de los que surgiera una mayor atención del Morocho, que no alcanzó a aprovechar la cosecha de tangos de Cobián, excepto Pobre paica (El motivo), con letra de Pascual Contursi, y Mi refugio, con Pedro Numa Córdoba.
Por un lado causa extrañeza y, por otro, dolor, el no aprovechamiento de algunos temas. La casita de mis viejos llegó al público rápidamente, en 1931, en la apagada voz de Itala Ferreira, un cancionista brasileña de la compañía revisteril “Tro-lo-lo”, de Jardel Jercollis, en el desaparecido teatro Buenos Aires, de la calle Cangallo. La primer grabación es instrumental, por el famoso sexteto de Julio De Caro, en 1931.
En 1936 trabaja con su orquesta en la sala se calle Florida “Charleston”, donde estrenó Nostalgias, el más famoso de sus tangos. Al año siguiente anima los bailes de carnaval del Teatro Politeama y es solista en LR1. Después, cinco años en Norteamérica y regresa en 1943, reapareciendo en Radio El Mundo y en la grabadora Víctor.
Cobián se había refugiado en su departamento de la calle Montevideo. Su concepción tanguera perdió vigencia. A lo largo de muchos años todos los viernes se reunía con sus amigos en la cantina de San Luis y Jean Jaurés, donde una noche dijo a sus amigos que el tango estaba irremediablemente desplazado por la estridencia del ruido y contra éste la música lleva la de perder.