En dicho período de tiempo, ingresaron al sistema educativo 451.482 alumnos "nuevos". Según los especialistas, los padres que deciden enviar a sus hijos a escuelas privadas se dividen en dos grandes grupos: los tradicionalistas y los frustrados con el sistema público.
La contradicción es que aquellos frustrados con las escuelas públicas tienen un buen concepto de estas, porque son donde ellos se formaron. Sin embargo, con resignación, terminan mandando a sus hijos a las escuelas privadas para que tengan un ciclo lectivo"normal", y no interrumpido por paros.
Algunos expertos lo atribuyen también hay un trasfondo socioeconómico. Familias que no mandan a sus hijos a la escuela pública, puede que hayan mejorado su poder adquisitivo, por lo que pueden hacer frente a las cuotas de los colegios privados.
La abogada Alejandra Torres, directora ejecutiva de IDESA y especialista en temas educativos explicó: "Cuando las familias eligen las escuelas lo hacen más por una percepción de que ciertas instituciones puedan brindar más calidad, pero no sobre datos objetivos. En Argentina no está demostrado que las escuelas privadas tengan mejor calidad educativa. Hay muchas escuelas privadas que no son mejores que las estatales y viceversa".
Según la experta, los factores que decantan la balanza a favor de las instituciones privadas no tienen que ver con lo pedagógico, sino con lo estructural: "Las eligen intentando escapar de las clases perdidas por conflictos laborales, ausentismo docente, laxitud en las reglas de conducta y problemas de infraestructura. Es decir, cuestiones básicas de gestión".
En tanto, para el profesor de Didáctica y Currículom II de la UCA, José María La Grecala "identidad religiosa" y la "diversidad de propuestas formativas" son factores diferenciales de las privadas. "Técnicamente, la interrupción de los aprendizajes no contribuye a un desarrollo adecuado. Socialmente, determina que las familias tienen que modificar sus rutinas especialmente cuando el horario de la escolaridad coincide con el horario de trabajo de los padres", opinó sobre las medidas de fuerza de los docentes.
La situación se ve reflejada todos los años con las listas de espera que tienen muchas escuelas privadas. Hay casos en que las familias deben inscribir a sus hijos con hasta tres meses de anticipación, o mandarlos desde el jardín para después obtener una vacante en la primaria.
Los precios de las cuotas, en tanto, rondan entre los 600 y los 3.000 pesos, salvo excepciones de colegios bilingües exclusivos en los que los valores pueden superar los 4.000.
Sin embargo, el secretario general de la Unión de Trabajadores de la Educación, Eduardo López, discrepa: "Desestimo que el motivo principal sean los paros. Hay provincias de muchas huelgas en los que el índice de elección de las escuelas privadas es ínfimo, por ejemplo, Santa Cruz". Y agrega: "Si son escuelas privadas, entonces terminemos con los subsidios. Generan una competencia desleal con las estatales. Estas sólo tienen un grifo de dinero: los fondos del Estado. Las privadas con subsidio, por lo menos tres: el Estado, los fondos de los padres y las actividades extracurriculares".
Sólo en la Ciudad, hay 418 mil alumnos en las escuelas públicas y 292 mil en las privadas. Pero la relación difiere del promedio del país, donde de cada 10 chicos, tres pagan cuota en alguno de los niveles.
Sergio Abrevaya, legislador porteño de la Coalición Cívica y miembro de la comisión de educación, cree que pregunta es cómo hacer para mejorar la escuela pública: "Está atrasada, no tiene registro de los cambios del mundo ni de la familia ni de cómo se comunican ahora los chicos".
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