Nota extraída del diario Ámbito Financiero
... Por supuesto, tenemos los detalles de todos ellos, incluidos dos esponsales que convocaron a figuras de la política y del mundo empresarial. También hubo champán y buena comida en un evento deportivo de clase internacional (que no es futbolístico, obviamente) y en una prolongada y polémica función de ópera. Veamos.
Amado Boudou junto al vicepresidente de EEUU, Joe Biden, en la asunción del nuevo presidente de México, Enrique Peña Nieto, en la cena de festejo por el fallo anti-Griesa en el Ministerio de Economía hubo distribución de merchandising antibuitre, el exconcejal porteño Pedro Querido y el exdiputado nacional Marcelo Stubrin flanquean a Julio Cobos, aún con el delantal que usó para amasar en persona pasta para 50 militantes de Capital en otra etapa de su pasta-tour.
Entre la salud y el tránsito por la cristalería fina de la política internacional, Cristina de Kirchner trató de reponerse durante el fin de semana para la que se inicia con más visitantes y viajes. Quienes la vieron el jueves en Olivos por la mañana en la declaración por videoconferencia con un juzgado de Italia no advirtieron ningún gesto que anunciase la suspensión del viaje a Lima de esa noche, que se canceló -oficialmente- por una lumbalgia que obligó a Amado Boudou a subirse al avión con doblete de agenda: participar en la cumbre de Unasur y de ahí viajar a México, donde el sábado representó a la Presidente en la asunción del nuevo mandatario, Enrique Peña Nieto.
Este regreso del PRI es novedoso para la región, pero le presentó a la delegación un raro retablo de las relaciones de los militares de ese país frente al poder político. El jefe del Ejército dio un vehemente discurso de recepción al nuevo presidente como si fuera el dueño de casa del poder, y además le recordó la responsabilidad de las Fuerzas Armadas de ese país en el cuidado del orden público interno, ingrediente que la Argentina ha borrado de las hipótesis que deben atender los uniformados. Cristina lo vio por televisión pero, más importante, atendió informes discretos que le acercó Héctor Timerman sobre el resultado del último contacto en Ginebra con la delegación iraní que negocia alguna forma de juicio en algún lado a los acusados de ese país de involucración en el atentado a la AMIA.
El Gobierno mantiene un secreto lacrado sobre lo que ahí se habla sin explicar bien qué se resguarda con tanto sigilo, que no sea algo que quieren esconder los iraníes, porque la Argentina no parece tener nada que ocultar sobre ese trámite que seguirá en otra reunión de enero.
Responden a este enigma los funcionarios de la Cancillería con el argumento de que hay muchos actores que quieren que este emprendimiento fracase porque les interesa más el marketing de sus consignas que la verdad de lo que pasó en ese atentado. Contar lo que se habla, es la explicación, podría beneficiarlos en su intención de que se frustre este camino que pidió Irán y que se acepta porque es lo mismo que le pide el país a Gran Bretaña cuando reclama sentarse a discutir soberanía. En estas fintas importa mucho cuidar la cristalería porque ante tanto silencio los mirones ven acentuada la feracidad de su imaginación, algo que puede producir más daños de lo que se quieren evitar con tanto hermetismo.
Hoy Cristina, por ejemplo, recibe al presidente del Austria, Heinz Fischer, en visita pedida por él para entrevistarse con la comunidad de su país y, por supuesto, verse con la Presidente. Al Gobierno lo tranquiliza que este viaje no contamine la agenda que sostiene con otras regiones más conflictivas, como Irán o Palestina. Por eso es una cita encapsulada que no prevé ni comida de homenaje, como ocurrió la semana anterior con Ollanta Humala. Sigue mañana la agenda global con la llegada del ecuatoriano Rafael Correa, también en toque de un día, para firmar algunos acuerdos (para él sí habrá almuerzo con gobernadores, entre ellos Daniel Scioli). El jueves se va la Presidente a Brasilia, donde tiene cumbre del Mercosur con broche más simbólico que otra cosa, con el ingreso al club de Ecuador y Bolivia.
Merece entrar en el capítulo de las globalidades otra visita, ésta más que discreta: llegó a Buenos Aires el sábado el pollster y campañólogo más famoso de los Estados Unidos, James Carville, tanto que es además una estrella de algunas sitcoms de la TV americana. Carville es uno de los consejeros ocultos de Daniel Scioli, quien lo escucha varias veces al año leyendo encuestas e imaginando movidas estratégicas. El grupo que accede a Carville en los equipos sciolistas es muy chico, pero se lo escucha con atención. Carville fue asesor de campaña del primer Clinton. Inventó en el «war room» que funcionaba en el sótano de la residencia de Little Rock, Arkansas, esa frase sonsa que repiten las cursis de «Es la economía, estúpido» cuando no tienen nada que decir y que apenas replica el viejo dicho latino «Primum est edere, deinde philosophari» -primero comer, después filosofar-. Lo desplazó antes de la reelección Dick Morris, que después aconsejó por aquí a Fernando de la Rúa.
Lo acercó en 1999 Jorge Telerman a Eduardo Duhalde para la campaña presidencial y quedó abonado al peronismo bonaerense. Es un personaje original, que impulsa consignas contundentes y a veces dramáticas a partir de las encuestas que le muestran, Alardea, como otros asesores extranjeros, de no conocer el contexto y creen que eso es una ventaja, porque les permite dar consejos que obedecen sólo a la lógica de la conducta política según leyes universales que valen en cualquier país. Es un nativo de Louisiana y se mudó desde Washington a Nueva Orleans después del huracán, en donde se ha comprado una casa en la bahía de St. Louis que perteneció a un famoso clarinetista de jazz, y promete crear desde allí instituciones pagadas con los altos honorarios de sus conferencias. Con su mujer Mary Matalin forma un matrimonio curioso porque ella es colega en el mismo oficio y aconseja, a diferencia de su marido, a los republicanos. Suelen animar presentaciones de los dos con opiniones contrarias que hasta ahora no han exportado. Quienes saben esto imaginan a quién debería asesorar si James aconseja a Scioli.
Esta presencia en el fin de semana hizo que el sciolismo se guardase de las habituales presentaciones deportivas. El gobernador venía de entrevistarse durante la semana con un grupo de dirigentes conservadores de todo el país que le acercó el exdiputado Alberto Allende Iriarte. Los recibió en la oficina del Banco Provincia y el gobernador les expuso sus proyectos en los mismos términos que ya se conocen. Es decir, sin hablar de candidaturas pero sí marcando la necesidad de una nueva relación entre las provincias y la Nación. Los asistentes esperaban quizás algo más, pero los mueve la prudencia porque Scioli sabe que ese grupo que se identifica con el sello de una Confederación Demócrata Federal que empuja el escribano Allende Iriarte -presidente del Partido Demócrata de la Capital- ha sido hasta ahora un compañero de ruta del macrismo.
Ese sector busca nuevas alianzas porque, se quejan, Mauricio Macri no ha terminado de cumplir con su parte del compromiso que tenían desde anteriores elecciones. El grupo que integraban, entre otros, Marcelo Martin de Santa Fe, José Videla de Mendoza, los porteños Juan José Guaresti (nieto), Elena Mitjans, Eduardo Santamarina, Rubén Aramburu, Diego Ibarbia, Gustavo Criscuolo. Andrés Grau (Mendoza), José Antonio Romero Feris, el exdiputado nacional Ricardo Balestra, el presidente del Partido Demócrata de Córdoba Roberto Cornet, el presidente del Partido Demócrata Liberal de San Luis Alberto Arancibia Rodríguez, el presidente del Partido Federal de Santa Fe Carlos Viana y el vicepresidente del Partido Demócrata conservador de la provincia de Buenos Aires Víctor Vago se fueron con la esperanza de algún llamado para cuando el sciolismo lance su transversalidad.
El gobernador se repuso de esta visita el viernes por la noche con su asistencia al casamiento de la hija del empresario Jorge Gándara, casado con la asesora de imagen Alejandra Rafuls, que tiene una de las firmas más pedidas por políticos en crisis, fueran del partido que fueran. El grupo de invitados fue pequeño pero significativo y compartieron la recepción que se hizo en el club house del country San Diego, entre otros, el radical Enrique Nosiglia, el presidente del Banco Provincia Gustavo Marangoni, la ministra sciolista Cristina Álvarez Rodríguez, el banquero Jorge Brito, el ministro macrista Guillermo Montenegro, los empresarios Rodolfo Roggio (marido de la animadora Muriel Balbi) y Mario Montoto, e infaltable en todas las celebraciones de cierto nivel y hacia arriba, el cura de las estrellas, el padre Guillermo Marcó. Como otras fiestas de este tipo, hubo agrupamiento de veteranos en rincones para escapar a las algaradas de los jóvenes, que muchas veces no conocen a los amigos de sus padres que los miran saltar en camisa blanca jaleando al novio hasta hacerlo volar por los aires, algo que no se comprende desde cierta edad (la tercera, se entiende).
Entre esta visita del estratega Carville y cumplir con los amigos, el gobernador se concentra esta semana en su pulseada con Mauricio Macri por el destino de la basura del área metropolitana. Debe moverse también entre fina cristalería porque sabe que comparte electorado con el jefe porteño y que el hostigamiento debe tener un límite para marcar la diferencia política, pero no agraviar a la «constituency» de Macri. Parte de eso es el fino trato de comunicarse por escrito y atender a las necesidades de agenda. Por ejemplo, aceptó la disculpa de Macri de no reunirse el jueves y adelantó el encuentro para el miércoles, en las oficinas porteñas del Banco Provincia.
El giro que le dará a la charla es que busca una solución del problema no sólo para la provincia sino también para la Capital Federal, adonde el sciolismo ya ha desplegado fuerzas para aferrar votos a futuro. Les recuerda ahora Scioli a sus equipos que cuando asumió la gobernación en 2007 dijo que el principal problema que enfrentaría sería el destino de la basura, algo que ocurre en todos los países y que está enganchado al crecimiento de la economía. Ahora lo recordará de nuevo tratándose de pelear con Macri, pero no tanto, para no ofender al público que los mira a los dos con cariño y que hasta sueña con verlos alguna vez juntos.
Picada, empanadas y carne a la parrilla fue el menú elegido por el ministro Hernán Lorenzino el viernes a la noche para homenajear al «equipo antibuitres» que había trabajado a destajo desde el fallo del juez Thomas Griesa el miércoles 21 de octubre. El festejo fue por el «stay», palabra de moda hoy en los mercados financieros, que implica la medida de «no innovar» dispuesta por la Cámara de Apelaciones de Nueva York hasta el 27 de febrero como mínimo. Junto a Lorenzino, estuvo Adrián Cosentino, el secretario de Finanzas quien debió cargar con toda la batería legal y financiera para convencer a jueces de Nueva York de los peligros de la decisión de Griesa. También funcionarios de la Secretaría Legal y Administrativa y de la Subsecretaría de Administración y Normalización Patrimonial que conducen Juan Manuel Prada y Leonardo Arbía, dos «lorenzinistas» de la primera hora. También el flamante jefe de Gabinete de Asesores, Fabián Dalló, y su vicejefa, Analía Tello. Para esta celebración, habilitó Lorenzino el comedor del piso 14 del Ministerio de Economía, y a la hora del postre, un sencillo bombón helado, se repartió merchandising de obsequio: las remeras con la estampa «equipo antibuitres».
Si hay alguien original en la política criolla, es Julio Cobos, quien además adoptó el método krichnerista de no explicar para y por qué hace lo que hace. Por ejemplo, insistir en esa confianza que tiene en sus pasta-tours por quinchos porteños. La misión que se ha propuesto sí es clara: mantener sus aspiraciones políticas dentro de la UCR, que pueden florecer el año que viene con una candidatura a diputado nacional por Mendoza con buena chance de ganar, o en 2015 con un regreso a la gobernación que ya ejerció o, si se le da el bingo que no se le dio en 2011, anotarse en una fórmula presidencial.
La convocatoria fue en el comité que regentea el exconcejal y puntero de la zona Belgrano-Núñez Pedro Querido, quien juntó la concurrencia de medio centenar de militantes, entre ellos la senadora Laura Montero, el exdiputado Marcelo Stubrin -que revive su estrellato entre radicales desde su designación como representante de la oposición en el AFSCA-, los dirigentes Juan Montilla, Claudia Guebel, Juan Pablo Zanetta, Raúl Ferrer y empresarios coterráneos y amigos de Cobos, como Dardo Salguero y Emilio Luis Magnaghi. Los fideos los amasó en persona el exvicepresidente y los presentó con salsa bolognesa y un malbec de Salentein que trajo él mismo de Mendoza en su condición de candidato-cocinero. En el intercambio con sus correligionarios Cobos insistió en que el radicalismo construya una alternativa al kirchnerismo basada en la agenda de la problemática concreta de la gente, y a su turno Stubrin llamó a unir al radicalismo porteño (hoy en estado vegetativo) para ofrecer candidaturas seductoras para el electorado, resaltando «tenemos una pléyade de dirigentes de lujo en la Capital: Ricardo Gil Lavedra, Rodolfo Terragno, Javier González Fraga y Leandro Despouy para la competencia electoral de 2013». Disintió con los correligionarios que impulsan que la UCR se alíe en el distrito con otras expresiones políticas para apoyar la candidatura a senador de Fernando «Pino» Solanas: «Pino atrasa 50 años», afirmó.
Fue fin de semana de casamientos. El más rumboso, seguramente, fue el del hijo del empresario Santiago Soldati. Miguel, con una joven de San Miguel del Monte, adonde la familia tiene una heredad, La Elina, en la que conviven varias ramas de la familia repartidas en seis casas que comparten canchas de tenis y de polo. Allí Soldati recibió con jacquet gris, a la inglesa, a más de 800 invitados que distribuyó el sábado a la noche en dos carpas, después de la ceremonia religiosa en el pueblo. Una para la comida y otra, con techo transparente para que gozasen de la estrellada noche, para la picada previa.
El padrón de asistentes era variado, como lo es la agenda del anfitrión, desde empresarios como Cristiano Ratazzi y los hermanos Neuss, hasta hombres del Gobierno como Juan de Dios Cincuneguy (Aerolíneas) o Marcio Barboza, funcionario del ministerio de Florencio Randazzo, pasando por Alejandro Estrada (Banco Privado), Marcos Gastaldi y Marcela Tinayre, Carlos Fontán Balestra, Ezequiel Barrenechea (de la corporación América, que esta semana está de fiesta porque Eduardo Eurnekian cumple mañana 80 años), el médico Roger Zaldívar, Tato Lanusse, Iván de Pineda, Paula Cahen dAnvers y toda su etnia, emparentada con los Soldati, Eduardo García Mansilla, su hermano Alex Soldati, que fue a la escuela en Suiza con el rey Juan Carlos de España, el juez de la Corte Suprema Enrique Petracchi, Ramiro Otaño (Chandón), Jacques Louis de Montalambert (ex Quilmes, ahora bodeguero con la marca Ruca Malén y que está casado con Verónica Soldati, (hermana de Santiago), Jean de Ganay, y Martina de Estrada, hermana de Santiago y madre del polista Adolfo Cambiasso. Como Estrada y también Gonzalo Bergadá tienen campos cerca, dieron alojamiento a quienes bailaron hasta la madrugada, a quienes enviaban los que debían regresar a Buenos Aires sin compartir el video que hizo una hermana del novio que trabaja en TV.
El mismo sábado y en otro extremo del planeta, en el Yatch Club de Puerto Madero, Jorge Enríquez casó a su hijo George en una fiesta que también se extendió hasta la madrugada y que juntó empresarios, abogados y políticos, Entre éstos, Rafael Pascual, candidato ya a una senaduría porteña; los secretarios macristas Martín Borrelli y Antonio Demarco, la exdiputada peronista Inés Pérez Suárez, jueces porteños como Ricardo Valdomar y Graciela Dalmas (mujer de Pascual) y abogados de causas célebres como el legendario Zenón Cevallos -abogado de cuanto radical tiene un problema- y Carlos Froment, letrado de José Pedraza en el juicio por la muerte del activista Mariano Ferreyra.
Hubo mucha chanza por el destino de Enríquez desde el 20 de diciembre porque deja la presidencia de Cassaba (liquidada caja de abogados porteños) para representar a los abogados en el Consejo de la Magistratura de la Capital. El cargo quedará vacante y nadie sabe quién ejercerá las tareas residuales de ese ente que debe pagar jubilaciones, devolver plata a los aportantes a un sistema que no existe más y apagar la luz. Más jugosas fueron las chanzas futboleras, porque el juez Valdomar es el hermano del vicepresidente de Vélez y ya festejaba por adelantado el campeonato que logró ayer esa casaca. Más en el conurbano del fútbol, Pascual y Cevallo ajustaron cuentas por su militancia, respectivamente, en Huracán y Ferro. Esa tarde del sábado había vencido el equipo de Pascual y le había ganado una cena a Cevallos, que éste quería que descontase Enríquez del catering de la fiesta en el Yatch. Pascual se desentendió de cualquier responsabilidad en la actuación, en Huracán, de un pastor protestante que venía rechazado de Boca Juniors, que bendijo los arcos del «Globito» y a quien se le atribuye la buena campaña. Teme le facturen la iniciativa cuando la suerte cambie. «Si nos va mal, echamos al pastor, pero no al director técnico».
La sobremesa se hizo en un deck que tiene el club al aire libre adonde los invitados se disputaron por la calidad sus habanos, insumo crítico en estos días porque han desaparecido del mercado por la prohibición de importarlos. Un drama para las fiestas de fin de año que el Gobierno debería atender porque la clase media se fija en esos pequeños lujos y cuando no puede dárselos se enardece más que si hubiera un tarifazo. El habano, después de todo, es un emblema de la dignidad para algunos. En ese deck los políticos especularon por el destino del principal proyecto electoral que se discute hoy. Es el que propone el peronismo de Santa Fe para modificar el sistema de boleta única a través del diputado provincial Héctor Acuña.
La iniciativa la justifican en que la boleta única no termina con los males de la lista sábana tradicional porque encumbra a famosos, pero esconde quiénes van por debajo, premiando a las estrellas pero sin mostrar en detalle a quienes acompañan a esa estrella. Niega el proponente que sea reflotar la ley de lemas pero el debate quedó abierto en una provincia en la que el Gobierno de Antonio Bonfatti, al que ha beneficiado la boleta única, sigue en crisis por la inseguridad y las denuncias de desmanejo especialmente en el tema drogas.
Algunos que se repusieron de esos casamientos del sábado a la noche (fueron varios, como el de un hijo del correntino Carlos Romero Feris o el de un sobrino de Juliana Awada al que asistió Mauricio Macri), aparecieron ayer en el Abierto de Polo. No le falta nada para ser un acontecimiento en el cual el deporte es inseparable del glam y de la fiesta. Por eso algunos hasta le ponen música. Movistar presentó la copa de su marca, que entregó Ernesto Gardelliano, director financiero de Telefónica Latinoamérica, a La Dolfina, el equipo vencedor de Pilará por 18 a 13. Tras el partido, la compañía organizó un after animado por los DJs Stuart y Deep Mariano, quienes hicieron bailar a la gente hasta entrada la noche. Entre las numerosas visitas estuvieron presentes el vicepresidente de Boca Juniors, Oscar Moscariello, los actores Christian Sancho y Sebastián Estevanez, Analía Maiorana, Cecilia Zuberbühler, Carolina Peleretti y Karina Mazocco, entre otras, además de jugadores de polo de La Dolfina y Alegría.
Entre los presentes había un guitarrista de una banda de rock que se quejaba porque la Argentina «es una contradicción permanente». Decía que se acababa de aprobar una ley ejemplar que promueve la presentación de nuevos músicos y alienta y subsidia las grabaciones, pero por el otro con el cierre de las importaciones, guitarras usadas como las Gibson o Fender, duplicaron el precio en dólares. Nuevas no se consiguen y el sonido de las nacionales no está a la altura de un grupo de primera línea. «Lo mismo sucede con micrófonos, equipos de voces y amplificadores», decía en tono lastimero el leader guitar.
Como siempre, final con arte, porque si la ópera tiene sus fans, los de Richard Wagner son los más apasionados. Para comenzar, las mujeres llegaban al Teatro Colón vestidas de fiesta, caminando por la calle Libertad bajo el sol de las dos de la tarde como flores de colores, con sus faldas de gasa y sus tacos empinados, acompañadas por señores de esmoquin. Nadie quería perderse «Colón-Ring», la versión comprimida en una sola función de «El Anillo del Nibelungo», compacto que tuvo su estreno mundial el martes pasado en Buenos Aires para celebrar el bicentenario del nacimiento de Wagner. «Colón-Ring» suscitó una marea de opiniones desencontradas. A la gente de la ópera le encanta criticar, demostrar lo mucho que sabe, humillar a los advenedizos en cuanta ocasión encuentran, y los temas a debatir eran varios. El primero se aclaró rápido. «¿Si el montaje es tan oneroso, por qué sólo se presentan dos funciones?», cuestionaron, con justa razón. Y les respondieron con la cruda verdad. En el teatro no cabía un alfiler, pero tuvieron que levantar dos funciones de las cuatro planeadas en un principio porque no se vendieron las entradas.
Pero las diferencias irreconciliables que se plantearon entretanto, resultaban por lo menos, confusas. Algunos afirmaban que en el Festival de Bayreuth la mayor parte de las escenografías son contemporáneas, mientras otros, a pesar de aceptar las puestas modernas, discutían que no se puede cambiar el argumento ni el llamado «espíritu del tiempo». «¿Cómo pueden traer a Wagner al presente, remontarlo a la Argentina con sus torturas y desaparecidos de la década del 70?» «¿Cómo convertir a Wotan, dios mitológico de los nórdicos, en un militar del proceso?».
En medio de estas controversias, una señora con marcado acento alemán lo increpó a Rolo Ceretti, presidente de la Asociación Amigos del Colón, y le dijo: «Están insultando a Wagner». Cabe aclarar que los ánimos se moderaron con el estupendo menú de los entreactos, desde los bocaditos a la pavita y el lechón. Más tarde llegaron como un bálsamo los postres, la mousse de maracuyá, las tortas de chocolate y los alfajorcitos de dulce de leche. En suma, como señaló un habitué: «Éste es el tenedor libre que le faltaba al Colón». Con una orquesta excelente, buenas voces y una música formidable, además de los refrigerios, los amantes de Wagner sacaban cuentas dispuestos a presenciar las 14 horas de la obra original, y entre ellos estaban el embajador Sergio Baur, Teresa Anchorena, el diplomático mexicano Ricardo Calderón y Teresa Gowland, junto a Miguel Frías, que llegó puntual, se escapó al concierto de música barroca que él mismo organizó en la iglesia San Ignacio, y regresó para ver cómo sufría Brunilda y moría Sigfrido.
Durante el primer entreacto el buffet era frío, pero antes de que se iniciara el segundo, el aroma de los manjares llegaba hasta los palcos y la platea. Para celebrar el champán que sirvieron del principio al fin, el pollo a la crema de hongos entre otras delicias, estaban Teresa Bulgheroni, Canela y Andrés von Buch, el fiscal Strassera, Rita Dell Oro, Otake Mukoyama, Norberto Frigerio, Susana Etchegay de Reta, Florence y Jacques Bedel, Agustina, María y Charly Blaquier, Guillermo de Ambroggi, Marcos Aguinis, Alejandro Cordero, Ricardo López Murphy, Silvia Otake, y el infaltable Gino Bogani. El director del Colón, García Caffi, permaneció sentado en la última fila de la platea.
Vamos a terminar con un chiste religioso. Un joven cura se hace cargo de la parroquia en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Comienza a trabajar, pero rápidamente advierte que casi todo el mundo que se confiesa lo hace por infidelidades. Un día, harto de esta epidemia de adulterio, se sube al púlpito y vocifera:
-¡Es una vergüenza lo que sucede en este pueblo! ¡Si escucho una sola confesión más respecto del tema que todos ustedes saben, renuncio y me voy!
Como el curita le cae bien a todo el mundo, se corre la voz de que hay que reemplazar «fui adúltero/a» por «me caí». Así marchan las cosas, hasta que un día el joven cura pide una audiencia al intendente. El funcionario lo recibe de inmediato, y el curita lo increpa:
-¡Señor intendente: va a tener que hacer algo con las calles de su ciudad, porque todo el mundo se la pasa cayéndose!
El intendente no puede contener la carcajada ante la inocencia del curita, hasta que éste le dice:
-¡No sé de qué se ríe: su esposa se cayó tres veces esta semana y su mamá otras dos!
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