La periodista Marta Merkin se apropió de una frase del escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II para explicar lo que significó para ella escribir Los Lugones, una tragedia argentina: “Cuando la vida se torna profundamente incoherente, llega la novela a repararla”. Y esta novela histórica, publicada por Sudamericana, no se detiene únicamente en la compleja saga familiar lugoniana, cuyo primer capítulo lo escribió el poeta Leopoldo Lugones cuando se suicidó en 1938. Como si la sangre fuera portadora de una herencia maldita, su hijo Polo también decidió quitarse la vida. Pero lo suyo no fue el arte de los versos y de las rimas; lo que tradujo de la frustración que su padre expresó en La hora de la espada fue que había llegado el momento de amedrentar al enemigo. Y Polo, un vanguardista de la crueldad, fue el bestial jefe de policía del gobierno de Uriburu, el inventor de la picana eléctrica y de muchos de los métodos de tortura que aplicarían los militares en la última dictadura. El tercer capítulo lo protagonizó la nieta del escritor, Pirí, militante montonera desaparecida que, según consta en el informe Nunca más, enfrentó a sus torturadores diciéndoles que no servían ni para torturar y les recordaba que, en eso, su padre había sido el mejor. Pero antes hubo también otro heredero que se mató: Alejandro, el bisnieto del autor de La guerra gaucha, hijo de Pirí.
Y hay una historia paralela que surca la saga familiar: la profesora de literatura Emilia Cadelago, amante de Lugones. Merkin enlazó a estos personajes reales con los que ella imaginó, especialmente con Laura, una joven alumna de la amante de Lugones, que a fines de los ’60 transformará su simpatía natural por la Revolución Cubana en una militancia activa en Montoneros. Este enlace ficcional, realizado especialmente a través de los cruces entre Pirí Lugones y Laura, le permite a la autora de Los Lugones... poner en un primer plano el clima de la época y sus contradicciones. “Quise subrayar cómo a finales de los ‘60 se pensaba que la vida era una fiesta y cómo esta percepción se empieza a complicar en los ‘70”, dice Merkin . Autora de las novelas históricas Camila O’Gorman, la historia de un amor inoportuno (1997) y La Peñaloza, una pasión armada (1999), Merkin señala que como el tema del libro es tan esencial para la historia del país y para las personas de su generación, trató de ser lo más libre posible en cuanto a cómo quería contar esa tragedia argentina. “¿De quién temo la mirada, de la militancia más ortodoxa? ¿Tengo que ser fiel a los muertos o a los que sobrevivieron?”, plantea la periodista que publicó, junto con Any Ventura, Los intendentes (1990) y Días de radio, con Carlos Ulanovsky.
No hay comentarios:
Publicar un comentario